jueves, agosto 17, 2006

Cierta dureza en la sintaxis

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La etimología responde a la contemplatio.
Pues debe haber un rastro que una el espíritu con la cosa.
He hallado los cuadernos de observaciones del maestre.
Anotaba según el nombre que los nativos daban.
De manera que descubría en el comercio de trueque
un modo de a la vez reconocer sus acuerdos secretos
y de instilarles respeto por la zoología europea.
Y sus derivados: la botánica, las onomatopeyas,
la anáfora, las formaciones de la Copa del Mundo.

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El núcleo proletario, integrado por tejedores
y pequeños burgueses, razas inferiores
de índole industrial y comercial, pacifistas
mujeriles para, digamos, el Kaiser,
también se hizo cargo de las armas
y aprendió a manejarlas virilmente.
Así que cuando Stalin mandó dispararle un tiro
en la nuca a Zinoviev, sus oficiales y suboficiales
tenían un trato austero con las culatas.
Sus ejércitos y tiradores podían plantarse con solvencia
ante las tropas de alemanes y esgrimistas de raza.
Como una estirpe ante otra.

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Es indiferente que con alegría campesina
los rojos dispararan el “órgano de Stalin”.
La cuestión de que un obrero de base
haya diseñado el mejor fusil de las futuras guerras
es también un hecho menor.
Cuando se paraban frente a la mesa de arena
o cuando manejaban el plomo y el abastecimiento
en el terreno de las operaciones,
los generales del Partido eran eficientes y célebres.

Jorge Aulicino, Cierta dureza en la sintaxis, Selecciones de Amadeo Mandarino, Buenos Aires, 2008

2 comentarios:

  1. ahora en serio, debe haber un rastro, también, entre un poema y otro. un hilo o piolín que no fuera sólo cosa o sólo espíritu, y no basta aquí, creo, no me basta todavía la "forma" como tal.

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  2. el piolín de Ariadna... Bueno, sorele, son fragmentos, tal la forma

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