viernes, septiembre 22, 2006

Giuseppe Ungaretti, querido

Dado a citar, y específicamente a Freidemberg, copio aquí un comment de su autoría:

De veras que es grandilocuente (se refiere al poema de Ungaretti "M'ilumino d'inmenzo"). Tal como uno ve ahora las cosas, ante una experiencia como iluminarse de inmenso lo único que cabe es callar. De lo que tal vez se desprenda que habría dos tipos de silencio en la poesía: uno grandilocuente (que más o menos encuadra al texto a la manera de los signos de admiración) y otro sereno, abierto, que "habla" a través de la vacancia, como el del haiku (o lo que la ignorancia del japonés le permite a uno suponer que es el haiku). Al margen: Lamborghini supo gastarlo a Ungaretti (más precisamente, a su iluminación de inmenso) en un poema que a su modo también es un homenaje, y que luego lamentablemente modificó. (Daniel Freidemberg)

Nota
Rodolfo Alonso tradujo (Fabril, 1971): "Me ilumino de infinito", aunque en italiano existen palabras equivalentes para infinito e inmensidad, cuyo matiz diferencial es -en italiano como en castellano- que una indica lo sin fin y, la otra, lo que no puede medirse. Experiencias como la que Ungaretti convierte en poesía rara vez han de darse en la condición humana, y tal vez por eso la sentimos grandilocuente, como si fuera la exageración de una experiencia menor que eso. Más grande y verosímil es esta otra, que narra Ungaretti en otro breve poema del mismo libro La alegría, en el que resume sus experiencias de la Primera Guerra. Es uno de los mejores poemas que puedan leerse en cualquier idioma:


Hermanos

¿De qué regimiento sois,
hermanos?

Palabra temblorosa en la noche

Hoja recién nacida

En el aire convulso
involuntaria rebeldía
del hombre presente
en su fragilidad

Hermanos

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