domingo, septiembre 10, 2006

Resumen de prensa



Liberalismo y empiriocriticismo

La pérdida de confianza entre los liberales norteamericanos puede ser explicada de varias maneras. Es una consecuencia de las ilusiones perdidas de la generación de los años 60 (los firmantes de la solicitada de The New York Times(1) , toda gente mayor, estaban hechos de un material más duro) y un subproducto de la disolución gradual del Partido Demócrata. En política exterior, los norteamericanos liberales acostumbraban a creer en la ley internacional, en la negociación y en la importancia del ejemplo moral. Hoy, un extendido consenso de "primero Estados Unidos" reemplazó al vigoroso debate público. Como sus equivalentes políticos, la intelectualidad crítica alguna vez tan prominente en la vida cultural norteamericana ha caído en el silencio.
Este proceso ya estaba en marcha antes del 11 de septiembre de 2001. Pero desde entonces las arterias de la moral y el intelecto del cuerpo político norteamericano se han endurecido más aún. Revistas y diarios de centro, tradicionalmente liberales -como The New Yorker, New Republic , The Washington Post y el mismo The New York Times -, pusieron apresuradamente en consonancia su línea editorial con la de un presidente republicano inclinado a la guerra ejemplar. Y los intelectuales liberales de Estados Unidos encontraron por fin una nueva causa.
O, mejor, una vieja causa bajo un nuevo disfraz. Porque lo que distingue la visión del mundo de los partidarios liberales de George W. Bush de la de sus aliados neoconservadores es que no ven la "Guerra contra el terrorismo", o la guerra en Irak, o la guerra en el Líbano y, eventualmente, en Irán, como meros ejercicios en serie para el restablecimiento del dominio marcial norteamericano. Las ven más bien como escaramuzas en una nueva confrontación mundial: una buena batalla, tranquilizadoramente comparable con la que sus abuelos libraron contra el fascismo y con la posición de sus padres liberales contra el comunismo internacional durante la Guerra Fría. Una vez más, sienten, las cosas están claras. El mundo está dividido ideológicamente y, como antes, debemos tomar posición frente al desafío de la época. Nostálgicos durante mucho tiempo de las verdades reconfortantes de un tiempo más simple, los intelectuales liberales de hoy tienen una causa propia: están en guerra contra el "fascismo islámico".
Así, Paul Berman, asiduo colaborador en muchos diarios liberales y hasta ahora más conocido como comentarista de asuntos culturales, se recicló como experto en fascismo islámico (término recién acuñado) al publicar un libro sobre el tema ( Terror y Liberalismo , de 2003) justo a tiempo para la guerra de Irak. Peter Beinart, ex editor del New Republic , siguió sus pasos este año con La buena lucha: por qué los liberales -y sólo los liberales- pueden ganar la guerra contra el terrorismo y hacer a Estados Unidos grande otra vez (2006), donde traza a grandes rasgos el parecido entre la guerra contra el terrorismo y los inicios de la Guerra Fría. Ninguno de estos autores había demostrado hasta ese momento ninguna familiaridad con Medio Oriente, mucho menos con las tradiciones Wahabita o Sufi sobre las que se pronuncian con tanta suficiencia. Pero como Christopher Hitchens y otros antiguos eruditos de izquierda, ahora expertos en "fascismo islámico", Beinart y Berman realmente se sienten cercanos y confortables con una división binaria del mundo a lo largo de líneas ideológicas, una división que reduce la exótica complejidad a simplificaciones familiares: Democracia v. Totalitarismo, Libertad v. Fascismo.

Tony Judt
Historiador y director del Instituto Erich Maria Remarque, de la Universidad de Nueva York

(1) El 26 de octubre de 1988, The New York Times publicó una página entera con un aviso a favor del liberalismo.

www.lanacion.com.ar

1 comentario:

  1. ¿por bulerías, por qué?
    ¿no habrá confundido usía
    barcelona-andalucía
    sardana y flamenco? ¡joé!
    ¡déme un puñao de parné
    por este esforzazo métrico
    en un clima más bien tétrico
    de ebrios jugando al mus
    en cementerio: tú y Gruss
    y el resto del mundo poétrico...!

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