lunes, abril 09, 2007

Espadas e islas


Puerto Stanley

Dos veces advirtió Cuchulain a Etarcomal,
perdonándole la vida.
"No me iré hasta que mi espada
no enrojezca de tu sangre
-dijo sin embargo Etarcomal-
o tu espada no enrojezca de mi sangre".
"Si es ésa tu voluntad, ésta es tu hora",
le respondió Cuchulain, e hizo honor a su palabra.

Diverso fue el juicio de sus pares:
Etarcomal el Valiente, Etarcomal el Breve,
o Etarcomal el Idiota.

Una fama menos perdurable,
pero una vida más larga
eligieron, por ejemplo, Iollan el Galgo
o Menéndez el Argentino.

Gerardo Gambolini, Arañas, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 2007

1 comentario:

  1. muy bueno el poema de gambolini, hasta ahora desconocido para mí. buscaré más cosas por ahí

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