viernes, febrero 06, 2009

En un museo vio unas caras



En un museo

En un museo vio unas caras,
unos torsos, unas manos,
unos pies de yeso que le gustaban tanto
que de noche soñaba con ellos
y los miraba en el sueño
para retenerlos mejor.
Alguna vez quiso ser de hueso o de mármol
nunca de bronce,
me decía, porque le daba miedo.
Nos veíamos en Palermo,
en el lago junto al embarcadero
pintado de blanco
que tanto nos gustaba.
Nos sentábamos en uno de los escalones
para dar de comer a los cisnes blancos y negros
que en aquellos tiempos
vivían en el lago
y se alimentaban del pan que les llevábamos.
Ella no me quería.
Era tan mala que siempre se despedía de mí
diciendo en lugar de "hasta pronto", "hasta nunca".
No era muy bonita
pero no necesitaba serlo.
Celestes eran sus ojos
pero no del todo
porque se parececían al color que la rodeaba.
En nuestro tiempo
había frondosos arbustos
bordeando el lago cerca de la pérgola,
con glicinas.
Era la maldita primavera.
Quedaban flores de lonicera fragantísimas.
Tan tupido era el bosque de arbustos
debajo de la arboleda
que adquiría el día color de la noche
y la noche color del día.
Yo la deseaba.
Ella no me deseaba.
Se le ocurrió un atardecer
desvestirse totalmente
en el lugar más sombrío de la arboleda.
"Te apuesto que me desnudo".
"¿Qué dirá el guardián?"
"Dirá que soy una estatua".
Junto a unos azahares florecidos,
como si no le importara,
cuando la miré estaba desnuda.
La ropa a sus pies
parecía un pedestal de piedra.
Alguien se asomó entre las ramas y dijo:
"¿Qué es esto?"
"Es una estatua de la Venus de Milo.
Mañana la van a poner aquí
o no sé dónde.
Es preciosa sin duda".
El hombre se puso a llorar con angustia
y me dijo:
"Siempre me pasan estas cosas.
Tengo que irme ahora a mi casa".

Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993), Poesía inédita y dispersa, Emecé, Buenos Aires, 2001

Foto: Silvina Ocampo, por Fiora Bemporad, El País, Madrid

De Silvina Ocampo en este blog: Tu nombre

1 comentario:

  1. Guau. Hacía mucho tiempo que no leía a Silvina Ocampo, y recordé cuánto me gustaba.

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