lunes, febrero 02, 2009

Tres poemas mitológicos americanos


La muerte del héroe *

Aún se estremece y se yergue y amenaza con su espada
cubre el pecho destrozado su rojo y mellado escudo
hunde en la sombra infinita su mirada
y en sus labios expirantes cesa el canto heroico y rudo.

Los dos Cuervos** silenciosos ven de lejos su agonía
y al guerrero las sombras alas tienden
y la noche de sus alas, a los ojos del guerrero, resplandece como el día
y hacia el pálido horizonte reposado vuelo emprenden.

* El poema alude al Ragnarök, destino, ocaso de los dioses. (N. de R.)
** Los que, en la mitología germánica, acompañan al dios Odín. (N. de R.)

El Walhalla

Vibra el himno rojo. Chocan los escudos y las lanzas
con largo fragor siniestro.
De las heridas sangrientas por la abierta boca brotan
ríos purpúreos.
Hay besos y risas.
Y un cráneo lleno
de hidromiel, en donde apagan,
abrasados por la fiebre, su sed los guerreros muertos.


El canto del mal

Canta Lok * en la oscura región desolada,
y hay vapores de sangre en el canto de Lok.
El Pastor apacienta su enorme rebaño de hielo,
que obedece, —gigantes que tiemblan—, la voz del Pastor.
Canta Lok a los vientos helados que pasan,
y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

Densa bruma se cierne. Las olas se rompen
en las rocas abruptas, con sordo fragor.
En su dorso sombrío se mece la barca salvaje
del guerrero de rojos cabellos, huraño y feroz.
Canta Lok a las olas rugientes que pasan,
y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

Cuando el himno del hierro se eleva al espacio
y a sus ecos responde siniestro clamor,
y en el foso, sagrado y profundo, la víctima busca,
con sus rígidos brazos tendidos, la sombra de Dios,
canta Lok a la pálida Muerte que pasa
y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

* El que encabeza la lucha contra los Ases -dirigidos por Odín- en el Ragnarök. (N. de R.)

Ricardo Jaimes Freyre (Tacna, 1868 -Buenos Aires, 1933), Poesía en español -Spanish Poetry

Foto: Jaimes Freyre. Letralia

1 comentario:

  1. —No están ardiendo los aleros —
    dijo entonces el rey Hnaef, joven en la batalla,
    ni amanece desde el Oriente, ni vuela un dragón hacia aquí, ni los aleros arden.
    Lanzan un brusco ataque, cantan los pájaros de presa,
    aúlla el de piel gris, resuena la madera de la guerra,
    el escudo responde a la saeta. Ahora resplandece la luna,
    errante entre las nubes; ahora surgen pesares,
    actos de espanto, que serán ruina de este pueblo.
    Arriba mis guerreros, levantad vuestros tilos,
    pensad en el coraje, formad las filas, sed resueltos.
    , Batalla de Finnsburh (traducción Jorge Luis Borges)

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