martes, abril 07, 2009

Eratóstenes


La esfera

¿Para qué enredarse en palabras?
Antes de la Creación ya existía la geometría.

Kepler

En tiempos en que hacerlo —cuando imaginar el mundo
como una esfera colgando de los cielos— era indicio
de pertenecer a una secta, Eratóstenes calculó
la circunferencia de la Tierra: una cifra que sobreviviría
incendios y tumultos, recesiones de varios
siglos, y que llegó a Colón como un susurro
(quien si no lo hubiese creído no habría zarpado).

De algo debió servir que Eratóstenes fuese el Bibliotecario
de Alejandría, que Alejandría se hallase
en el delta del Nilo, que el Nilo fuese en línea recta
hacia el sur a través de la arena hasta llegar a Siena
donde —había leído el bibliotecario— a mitad del verano
el sol de mediodía no proyecta sombra alguna, sino que hunde su fulgor
hasta el fondo del pozo, incendiándolo como una antorcha

—como si la naturaleza y la historia hubiesen ideado
una vasta figura euclidiana, el Museion
(y él mismo) en uno de sus puntos: los cimientos
de un cálculo que expandió el plano más allá
de lo que cualquier emperador pudiera soñar, y que casi
fue verdad cuando se vio a la Tierra parsimoniosamente
girar en el espacio como una pelota de agua.

¿Adoraba Eratóstenes al sol y al río?
¿Temía al duende del pantano, al etéreo genio?
Cuando se asomaba desde el puerto y veía del otro lado
la curvatura del agua, la inclinación del faro, cuando año tras año
al estirar y aceitar sus pergaminos, desplegaba
sus roídos teoremas, ¿especulaba solamente?
¿O veía en ellos la sombra de una firma?

Maurice Riordan (Lisgoold, Cork, 1953), La generación del cordero, antología de la poesía actual de las islas británicas, Carlos López Beltrán y Pedro Serrano, Trilce Ediciones, México, 2000


The Sphere

Why bother with words?
Geometry existed before the Creation.
Kepler

When to do so – when to imagine the world / as a sphere hanging in the heavens – meant / you belonged to a sect, Eratosthenes measured / the earth's circumference: a number that lived / through burnings and mayhem, through the centuries-long / recessions, and reached Columbus as a whisper / (who, had he trusted it, wouldn't have sailed). // It helped that Eratosthenes was Librarian / at Alexandria, that Alexandria stood / on the Nile delta, that the Nile made a straight line / due south across the sand to Syene / where – the librarian read – the noonday sun / at midsummer cast no shadow but blazed / into the well-shaft and lit it like a torch // – as if nature and history had contrived / a vast Euclidean figure, the Mouseion / (and himself) at one of its points: the basis / for a calculation that spread the map / beyond the dreams of emperors but which proved, / when the earth was viewed like a water-ball / spinning calmly in space, almost true. // Did Eratosthenes worship sun and river? / Fear the marsh elf, the gaseous bogle? / When he looked out across the harbour and saw / the water curve, the lighthouse tilt; as he stretched / and oiled the scrolls, when year after year he unfolded / the nibbled theorems, did he simply wonder? / Or see in them a shadowy signature?

Foto: Riordan Munster Literature Centre

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