lunes, mayo 11, 2009

Julio Antonio Gómez


Geografía

Zaragoza limita al Norte con la Desesperación
asomada a los crujientes secanos que buscan grandes puertas
para escapar al insulto de los Paradores de Turismo,

Zaragoza limita al Norte
con la Desesperación de los rebaños eternamente soñolientos
que aman el hambre casi humana del pastor
acurrucado y solo como una masturbación en los espartos.

Zaragoza limita al Sur con las arpilleras rotas en los Presidios
balanceadas por el aliento de los castigados a celdas,
humillados por la oscuridad del pánico, por el aluminio de los tenedores
por los ojos implorantes dejados caer a ciegas desde las galerías,

Zaragoza limita al Sur
con la acusación de los cipreses testificales
erguidos ante una Muralla China de tapias fusiladas
en cada madrugada inmóvil.

Zaragoza limita al Este con la ira del viento
que aún no ha conseguido borrar los nidos de las ametralladoras,
que no ha sido capaz de rellenar aún
la herida prolongada de las trincheras que continúan,
en las que el romero, respetuosamente, se niega a florecer.

Zaragoza limita al Este
con el llano de los sobres ministeriales comunicando muertos,
con la mano helada ofrecida por los funcionarios crueles, complacientes,
con el terror blanco de los registros domiciliarios,
con la ensordecedora desnudez
en los interrogatorios llevados hasta el fin,
hasta todo el silencio.

Zaragoza limita al Oeste con la indiferencia de los campanarios,
con la carcoma sonora que asciende en la oquedad
de los retablos platerescos ausentes, en la ya desconchada purpurina
del manto de Santa Engracia,
en la blancura un poco ajada de Santo Dominguito de Val,
rodeado de judíos feroces pintados de negro.

Zaragoza limita al Oeste
con los amaneceres rebosantes de sacos y de gitanos
el hambre alzada hasta el orgullo de los anchos ojos
buscando en las basuras de nadie sabe qué pradera o justicia
disputándose el pan y los espejos.

Zaragoza limita con toda Limitación, con el frío y las voces
de las esquinas custodiadas por los tercos vendedores de iguales,
únicas voces permitidas, únicos gritos
golpeando las calles, únicos
y ciegos.
Ciegos
Abrid los ojos.

Julio Antonio Gómez (Zaragoza 1933-Las Palmas, 1988), Antonio Pérez Lahera, Poesía aragonesa contemporánea, Zaragoza, Mira Editores, 1996

Foto: Julio Antonio, Aragonería. El Cronista de la Red

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