miércoles, octubre 20, 2010

Alfonso Gatto / Tres poemas




Invierno en Roma

Los chicos que piensan en los ojos
tienen el invierno, el largo invierno. Solos,
se apoyan en las rodillas para ver
en la mirada iluminarse el sol.
Más allá de ellos, en el cielo, las chicas
en los hilos luminosos de la lluvia
se tocan los cabellos, caminan solas,
riendo con los labios agrietados.
Han pasado con los siglos palabras
de amor y de piedad, pero las chicas
apretando el chalcito, caminan solas
solas en el cielo y en la lluvia. El techo
gotea sobre los pajaros desde el alero.


Hostería flegrea *

¡Qué constante de nada a la nada absorta
la luz en el polvo! La puerta
al verde oscila, la imprevista llama
del soplo es breve.

Mira fijo el búho
la envidia de la vida,
el despreocupado que bebe
en el emparrado azul en su lava
y al sereno de la muerte invita.


El Dios pobre

El Dios pobre en el ala de la noche
al impetuoso grito alzaba el rostro,
al pensamiento remoto que lo llama.
Y sonriendo creyéndose sutil
sin rumor con su paso igual
en la dulzura de ser creía.
Parecía de sí mismo enamorado, bueno,
por amar con palabras que las manos
acompañan largamente, las palabras
comunes que no parecen nunca dichas.
Pobre Dios de los pobres de Milán.

Alfonso Gatto (Salerno, 1909–Orbetello, 1976), Osteria flegrea, Mondadori, Milán, 1962
Versiones de Jorge Aulicino

* De Campi Flegrei, zona de origen volcánico al noroeste de Nápoles (N. del Ad.)


Inverno a Roma

I bambini che pensano negli occhi
hanno l' inverno, il lungo inverno. Soli
s' appoggiano ai ginocchi per vedere
dentro lo sguardo illuminarsi il sole.
Di là da sé, nel cielo, le bambine
ai fili luminosi della pioggia
si toccano i capelli, vanno sole
ridendo con le labbra screpolate.
Son passate nei secoli parole
d' amore e di pietà, ma le bambine
stringendo lo scialletto vanno sole
sole nel cielo e nella pioggia. Il tetto
gocciola sugli uccelli della gronda.


Osteria Flegrea

Come assidua di nulla al nulla assorta
la luce della polvere! La porta
al verde oscilla, l' improvvisa vampa
del soffio è breve.

Fissa il gufo
l' invidia della vita,
l' immemore che beve
nella pergola azzurra del suo tufo
ed al sereno della morte invita.


Il Dio povero

Il Dio povero all’ala della sera
al rapinoso grido alzava il volto,
al pensiero remoto che lo chiama.
E sorridendo a credersi sottile
senza rumore col suo passo eguale
alla dolcezza d’essere credeva.
Parve a se stesso innamorato, buono,
da amare con parole che le mani
accompagnano a lungo, le parole
comuni che non sembrano mai dette.
Povero Dio dei poveri a Milano.


Imagen: Océano, 1911, Piet Mondrian

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