lunes, noviembre 14, 2011

Hugo Padeletti / Oda



Oda

No cubre el año todo inmóvil hielo
las llanuras armenias, dice Horacio,
ni siempre llora el fresno su follaje.
Ni siempre, sé, procura el mismo celo
la misma forma, siempre el mismo espacio
la misma dicha. Hay miedo y hay coraje.
Hay cadente virtud de la verbena
y el agua y, como hay feria y hay faena,
suben la llama y la azucena, baja
la ilusión con la edad.
                 
                                 Cuna y mortaja
-a todos igual y diferentes-
y entre las dos, menguantes y crecientes
diversas, son las fases del destino.
'La partida fue oscura y el camino
será de glorias; a veces, en la historia,
hay cumbres que degradan la memoria
y sombras que esclarecen el olvido;
en la victoria el ánimo advertido
cosecha espina, rosa en la derrota',
decían, tantas veces la esperanza
con lo esperado, el filo con la herida
se cruzan. ¿Como roble la bellota,
oculta permanencia la mudanza
y apertura la muerte de otra vida?

Si todo es de otro modo,
entonces todo es nada y todo es todo:
en el grano el granado, la granada,
rubí, colmena, sangre y estocada.
La piedra que buscaba el alquimista
está, con cualquier nombre, ante la vista;
no el secreto, la forma solamente:
quieres asirlo, es otra diferente
y es la misma; es todos los metales
y es, bipolar e incorruptible, el oro:
impotencia y poder, gloria y desdoro.

Es cierto, cuando busco en lo que veo
lo que todos buscamos, ni el deseo
ni la intención aciertan en la cosa;
sí, a menudo, en la espina. Milagrosa,
gratuita, fiel, oscura, medianera
de luz, siempre vecina y extranjera,
de pronto, en el extremo está la rosa.
Así también, a veces, el Edén
está todo en fregar una sartén
-fray Lorenzo, por cierto, lo sabía-
y a veces en comer una sandía
como si fuera todo.

                             Como es,
entonces, que la espera es pera,
que esfumar es fumar, que espuma es puma
son misterios, no juegos de la pluma,
si todo es todo en todo lo que es:
la escala es cala, hay cal en la escalera,
vela es novela, este verano es Jano
y el destino la palma de la mano.
Si Dios es trascendente, sólo Dios,
el que teje la urdimbre con la trama,
conoce cómo es uno siendo dos
-y cero- cuanto arde con Su llama.

Este árbol, con todo, que sería
pino y espino, pampa y cordillera,
es solo mi palmera; esta bandera,
que es argentina, sabe su frontera;
esta moneda que te presto es mía.
No hay nada más seguro que la fría
sentencia que gobierna esta impostura.
¿Sólo rendido el colmo de la impura
conciencia acaba en mí y empieza el Buda
o fray Lorenzo? Antes ¿sólo hay duda
y afirmación, destino persistente,
secuencia de raíz y de simiente,
dicha y desdicha?
                  
                              Es cierto, su follaje
no siempre llora el fresno. ¿Habrá coraje
frente al cambio? Se va sin duda el cano
señor del frío, pero está el verano.
¿Habrá siempre verano y siempre invierno?
¿Siempre habrá de algún modo cielo e infierno?
Todo está dicho, todo ya es amargo
o dulce, pero vuelve y me abastece
de lugares comunes, repetibles
aunque sin fondo, acaso reversibles,
sin embargo.

Hugo Padeletti (Alcorta, 1928), Apuntamientos en el ashram y otros poemas 1944-1959, Ediciones Bajo la Luna, Rosario, 1991

Ilustración: Pintura, Hugo Padeletti, Revista de Artes, 2010

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