miércoles, noviembre 10, 2021

Cesare Pavese / Paisaje III




Entre la barba y el solazo, la cara todavía pasa,
pero está la piel del cuerpo, que blanquea temblorosa
entre los remiendos. No basta la suciedad para taparla
en la lluvia o el sol. Aldeanos renegridos
lo han visto alguna vez, pero la mirada insiste
sobre ese cuerpo, camine o se abandone al descanso.

Por la noche, los grandes campos se funden
en una sombra pesada que ahonda las hileras de viñas
y las plantas: sólo las manos conocen los frutos.
El hombre andrajoso parece un aldeano en la sombra,
pero rapiña todo, y los perros no lo sienten.
Por la noche la tierra no tiene más patrones,
sino voces inhumanas. El sudor no cuenta.
Cada planta tiene su frío sudor en la sombra,
y no hay más que un campo, para nadie y para todos.

Por la mañana este hombre harapiento y tembloroso
sueña, tendido junto a un muro ajeno, que los aldeanos
lo persiguen y quieren morderlo, bajo el solazo.
Tiene una barba goteante de frío rocío
y entre los agujeros, la piel. Llega un aldeano
con la azada al hombro y se seca la boca.
No lo esquiva siquiera, sino que lo pasa sin pisarlo:
uno de sus campos, este día, necesita su fuerza.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908- Turín, Italia, 1950), "Lavorare stanca" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino


Foto: s/d

Paesaggio III

Tra la barba e il gran sole la faccia va ancora,
ma è la pelle del corpo, che biancheggia tremante
tra le toppe. No basta lo sporco a confonderla
nella pioggia e nel sole. Villani anneriti
l'han guardato una volta, ma l'occhiata perdura
su quel corpo, cammini o si accasci al riposo.

Nella notte le grandi campagne si fondono
in un'ombra pesante, che sprofonda i filari
e le piante: soltanto le mani conoscono i frutti.
L'uomo lacero pare un villano, nell'ombra,
ma rapisce ogni cosa e i cagnacci non sentono.
Nella notte la terra non ha più padroni,
se non voci inumane. Il sudore non conta.
Ogni pianta ha un suo freddo sudore nell'ombra
e non c'è più che un campo, per nessuno e per tutti.

Al mattino quest'uomo stracciato e tremante
sogna, steso ad muro non suo, che i villani
lo rincorrono e vogliono morderlo, sotto il gran sole.
Ha una barba stillante di fredda rugiada
e tra i buchi la pelle. Compare un villano
con la zappa sul collo, e s'asciuga la bocca.
Non si scosta nemmeno, ma scavalca quell'altro:
un suo campo quest'oggi ha bisogno di forza.

Poesie, Mondadori, Milán, 1969

1 comentario:

  1. Por la noche la tierra no tiene más patrones,
    sino voces inhumanas.
    Ahí está el desgarro. Gracias, don, gracias

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