lunes, septiembre 11, 2006

Garbeld y el crimen de la guerra

Terminada la más prolongada y sangrienta guerra de aquel tiempo, e iniciada otra por el Imperio, Garbeld se encontró con un joven idealista cubierto de cicatrices. Conmovido, lo invitó a comer pues estimó la condición del joven mucho más grave que un mal trago. -He notado durante toda la cena -le dijo en la sobremesa, mientras encendía su habano- cómo le tiembla la muñeca izquierda y con cuánto esfuerzo intentaba usted ajustar sus palabras y su tono a una gravedad tranquila, en tanto ese temblor involuntario se me antoja síntoma de un grave mal psicofísico. En otras palabras, tal vez esté usted desesperado, pero en nombre del Imperio que nos ha forjado intenta usted mantenerse de una pieza. -Es verdad -dijo el joven-. Estoy al borde del suicidio -y encendió el habano que le había obsequiado Garbeld-- Pero no crea usted -dijo, envuelto en humo-- que esto se debe a la contradicción entre mis ideas filantrópicas y la guerra espantosa que hemos librado contra un pueblo para sojuzgarlo, de la que he tomado parte. -Hubiese jurado que esa era la raíz de su mal --dijo Garbeld, ligeramente confuso. -No. He apostado toda mi pensión de guerra a la ruleta y he perdido -dijo el joven. -Pues esto restablece el orden -dijo Garbeld-: sigue siendo un hombre del Imperio. -Mi tormento consiste en que no puedo quitarme la vida, como querría, pues este hecho sería mal interpretado por los amigos que aprecian mis ideales. Creerían que lo hago por lo mismo que pensó usted, cuando en realidad he arrojado mis principios al agua pútrida de las trincheras. No tengo modo de dar curso a mi desesperación, simple y vulgar. Y esto aumenta mis deseos de arrojarme al río. Nuestra primera equivocación nos condena para siempre. No somos dueños de nuestras ideas ni de nuestras vidas. -¡Mi estimado muchacho! -exclamó Garbeld, y, siguiendo un impulso extraño en él, le apretó la mano-. Tiene usted una tarea inmensa por delante: que sus palabras jamás se ajusten a ese temblor convulso, y menos aun sus actos. Ha madurado. Ha entendido que solo somos dueños de cultivar, desde la cuna hasta la tumba, la digna apariencia humana, más poderosa que nuestros principios y nuestras debilidades... Encárguese de la propina... y que tenga usted la mejor suerte.

Gustav Who. El desconcierto de Garbeld, Montevideo, 1957.

10 comentarios:

  1. No existe la digna apariencia humana, le respondería si pudiera a Garbeld. Aparecemos, hagamos lo que hagamos, fatalmente indignos, no hay remedio a eso, y quizá por suerte. Excepto que se refiera a la apariencia que cada uno de nosotros presenta ante sí mismo.

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  2. Había sido un humanista Garbeld. Yo creo que no hay nada más digno que la apariencia humana. Garbeld hubiese estado de acuerdo con Hemingway con sus propias palabras: el hombre puede ser aniquilado, pero nunca vencido.

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  3. df ud. no está un poco bajoneado? no nos (se) deja nada, ninguna ilusión. eso no es bueno. pero, por otro lado, la dignidad es humana.

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  4. Sí, estoy bajoneado, por eso tal vez exageré, hiperbolicé. Lo que no quita que, en grandes líneas, la idea no me parezca justa, pero también me parece justa, muy justa, la de Garbeld. En el plano de las ideas puede pasar eso, al fin y al cabo las ideas no son mucho más que relatos que nos hacemos para manejarnos en la incomprensibilidad del universo y de nuestras propias mentes, y apenas cada una alcanza a cubrir una zona de "eso" que pretenden aferrar, como cuando con una linterna enfocamos un objeto en un sótano negro: será muy distinto el objeto, sobre todo si es compleja su disposición, según dónde iluminemos.

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  5. Creo que Garbeld alude a la apariencia humana en el orden de las cosas familiares. Como los retratos familiares que el soldado lleva en la mochila al sitio más "inhumano". No olvide que estamos hablando de la guerra. Me parece que Garbeld quiere decir que mientras tengamos afecto por lo humano, no vale la pena sacarse de este mundo. Garbeld es decimonónico. Su humanismo tiene más que ver con el orden de los afectos que con el de las ideas. Sobre el abismo que Ud presiente, DF, él ve la imagen de un hombre, por la que siente indeclinable cariño. No le importan sus oscuridades, ni siquiera su crimen, ni la zona de inhumano que encierra la apariencia humana. Sostiene que hay que salvarla como a la última dignididad. Como el irracional que nos permite vivir. Como Dios, en fin.

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  6. Hay un capítulo, varios en realidad, en "La guerra y la paz", en el que se habla dignamente sobre el tema. Quizá la palabra que se emplea en la cita de Garbeld no sea la precisa: la apariencia, no lo sé. Pero Tolstoy lo expresó de maravilla.

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  7. para df: mire, yo sé que lo que haré no está bien visto pero le daré un consejo (chan!!): use un cepillo o el tuvo de dentífrico como micrófono, ponga un disco a todo volumen y cante frente al espejo del baño.
    o haga sonar a elvis pelvis como cuando era jovencito y baile rock agarrado al picaporte de alguna puerta que esté firme en sus goznes.
    haga el ridículo a conciencia.cuando termine, la dignidad volverá sola a su cuerpo.
    recuerde, además, que como dijo alguien (aragon?) "en sus grandes líneas, la desesperación carece de sentido."

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  8. Jolly, qué tuvo el tubo?
    El que dijera la célebre frase fue Bretón, no importa, rima con aragón. La verdad no era una frase pa ponerse a bailar...

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  9. qué papelón,enmascarado. una falta de ortografía en este lugar sagrado. ¡y una cita fallida!
    fuera de eso, no vaya a creer, a mí lo de aragon-breton (sin acento, que es francés, no me da como para bailar pero me calma un poco los nervios.

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  10. No confundir bajoneo con desesperación, please. Muy de acuerdo con Breton, en el sentido en que él lo dijo. Jorge: al poner "apariencia humana" sin el previo adjetivo "digna" mi modo de ver la cuestión cambia mucho. En la primera lectura que hice pegó mucho más fuerte "digna" que "humana". Me sumo al aprecio de Garbeld por la apariencia humana, pero la idea de "apariencia digna" desató días después algunas ideas quizá interesantes (seguramente impensadas para Garbeld o Who) que en estos días voy a postear en Días después...

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