martes, marzo 20, 2007

Sin lágrimas


Ojo seco


Algunas personas
no producen lágrimas suficientes
para conservar el ojo húmedo
y confortable.

Sensación de picazón,
de arenilla, de quemazón
o de rasguño
son los síntomas habituales.

Sorprende saber
que el mucho lagrimear
puede ser signo de
un ojo seco.

El exceso de lágrimas
sería la respuesta.

Así en lo desértico del ojo
se enmascaran la enfermedad,
el hueso roto, la arena endurecida,
la ceniza final.

Sin aritmética ni astucia
las lágrimas corren
y el parpadeo hace
que las superficies
se vuelvan lisas, claras.
Sin eso no sería posible
una buena visión.

Cuando hay exceso de lágrimas
nos enseñan a corregir
la situación.

Lo común es creer
que eso se halla afuera.

Lo común es buscar
al cuerpo extraño
para desalojarlo.

Lo común es pretender
que haya un vuelco,
algo, digamos, grande
y más allá de todo cálculo.

Graciela Cros (Carlos Casares, Buenos Aires, 1945), La Cuna de Newton, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2006

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