sábado, septiembre 22, 2007

Un hotel ruinoso


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He llegado a un hotel tan ruinoso como mi alma
antes del viaje.
Suelen llamar café al brebaje que preparan por la mañana
y no existen cerraduras en las puertas.
La felicidad debe parecerse bastante
a este estado de exposición a los detalles
y a una oscura revancha sobre "los elementos del desastre".

El tarareo del mar llega hasta mi hamaca
y el salitre hasta la máscara
de mi pobre memoria.
La soledad tiene patas de ángel en este lugar;
no escribirá nada, no puede escribir nada,
pero acribillará a preguntas mi pasión por lo astroso.

Desde acá, las ciudades
son arcaicas esculturas de asfalto y de vidrio
iluminadas por las matemáticas,
como lo son los durazneros por la estructura musical
del viento al anochecer.

Paulina Vinderman (Buenos Aires, 1944), Hospital de veteranos. Alción Editora, Córdoba, 2006

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