miércoles, junio 11, 2008

Jorge Leonidas Escudero / Dos poemas

Le digo a un gran poeta

Holderlin,
a tu mamá nuna carta le dijiste,
¿recuerdas?, "todo lo alcanza el amor". Escribiste eso y hoy
desdícete, por favor te lo pido, Holderlin,
pues quise detener lo que huía
con palabra a mujer y no alcancéla.

Es por eso me duele haber creído
lo tan absoluto que escribiste
y tan serio en mi que speranzado
corrí tras el amor a lo tonto
cayéndoseme la baba.

¿Es que mentiste?
Sea como sea desdícete, Holderlin,
así ningún pobre namorado en desgracia
se largue al infinito con todo
y sufra como yo destrozo de alas.

Caballazo a la sombra, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1998


Tratamiento de la gripe

El hombre se ha hecho para sufrir
y no llorar por más que le pegue azotes la vida,
decían los antiguos.
Entonces cuando se le da una gripe
hay que dejarlo solito que se defleme,
no entregarlo al méico ni ofrecerle aspirina.

No irle con tesitos de chachacoma o jarilla
ni andarle palpando la frente. Déjenlo
hasta que decidan los viros
qué van a hacer con él.

Abrigarlo bien sí
para que sude los venenos.
¿Y si la fiebre le sube a mucho?
Ah, en cuanto se complique,
mirarlo al enfermo con respeto,
desde prudente distancia
e ir pensando en lo más pior,
pero sin hacer aspamento
porque temprano o tarde todo bicho viviente
estira la pata y se acabó el cuento.

Aguaiten, Canto Rodado, Mendoza, 2000

Jorge Leonidas Escudero (San Juan, Argentina, 1920) 

Foto: s/d

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