martes, octubre 14, 2008

Horacio Castillo / Tres poemas















Hice un hoyo

Hice un hoyo en la tierra
y lloré dentro de él; lloré de bruces,
hasta que el llanto llegó al fondo,
hasta que todo se anegó,
hasta que brotó de la profundidad
un tallo que nadie hubo tocado.

La casa del ahorcado, Colihue, Buenos Aires, 1999


San Agustín, I,3

Y ante todo, Dulzura mía, ¿qué?
¿Fui yo algo en alguna parte?
Dímelo, porque no tengo quien lo diga;
ni madre, ni padre, ni memoria. ¿De dónde
podía venir semejante animal sino de ti?
Y si vino de ti, ¿adónde podría ir sino hacia ti?
Así fornica el alma, vomitando en vano
ángeles y partículas de fuego,
lejos del que hiere para sanar,
del que da muerte para que no muramos.
Así fornica el alma, y en la ardua lucha,
en su vida mortal, en su muerte vital,
espera el día que no tiene tarde,
aquello que, aunque se quiebren los vasos, no se derrama.


Encrucijada

Esa es la voz de Hécate. *
Esa es la mano izquierda del destino.
La luna enrojece el paisaje,
esparce sobre el mundo la locura y la muerte.
     Y ella canta en la encrucijada.
Allí donde el cuerpo se triplica,
donde se triplican los ojos y los pies
pero no el corazón,
allí donde cae la cabeza del condenado,
donde no hay perdón.
     Ella canta en la encrucijada
y su canto abre las puertas del infierno.
     Ella canta en la encrucijada
y se retuercen los epilépticos.
     Ella canta en la encrucijada
y el alacrán arrastra su víctima al tálamo de fuego.
     Ella canta en la encrucijada
y el cuerpo y el alma desatan su terrible nudo.
     Ella canta:
"Oh, cómplice de la noche,
reina de los muertos y de los fantasmas,
trivia,
el corazón estrábico mira a derecha e izquierda,
adelante y atrás,
se mira a sí mismo y a su doble."
     Ella canta en la encrucijada.
Pero alguien saldrá este noche como ladrón de los caminos,
pisará los escalones de lo desconocido,
traerá de los cabellos la cabeza del sol.
Para arrojarla a sus pies,
para que su canto no cese,
para que siga brotando de sus pechos
la leche caliente de la fatalidad.

Alaska, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1993

Horacio Castillo (Ensenada, 1934-La Plata, 2010)

* Hécate (encic.) Divinidad de origen tracio. Originariamente, diosa de la naturaleza, los partos y los caminos. Así, hasta Hesíodo (700 años a.C.). En la Grecia clásica y en Alejandría, diosa de la magia y las encrucijadas -en las que se le erigían estatuas-, de los fantasmas, la luna y las divinidades nocturnas. Representada como mujer triple, o de tres cabezas (Trivia, en Roma), asumía formas de loba, yegua oscura o jabalina negra. (N. del Ad.)

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Foto: Gentileza herederos de Horacio Castillo  

Act. 2023            

1 comentario:

  1. This woman/ the heart of the matter.
    This woman flung into solitary by the prayers of her tribe.
    This woman waking/ reaching for the scissors/ starting to cut her hair.
    Hair long shaven/ growing our.
    To snip to snip to snip/ creak of sharpness meeting itself
    against the roughness of her hair.
    This woman whose voices drive her into exile.

    Esta mujer/el corazón de esta historia./Esta mujer incomunicada por las oraciones de su tribu./Esta mujer que se despierta/busca las tijeras/empieza a cortarse el pelo/Hace tiempo afeitado/creciendo./Cortar cortar cortar/el crujido del corte enfrentándose a la aspereza de su pelo./Esta mujer cuyas voces la llevan al exilio.

    De Adrienne Rich, ‘Oscuros campos de la república’, Reversions, Traducción Jorge Yglesias, Colombia, 1999, editorial Norma.

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