domingo, mayo 10, 2009

Cuatro poemas de Benítez Reyes



En voz baja

Cuando alguien te obligue a leer sus poemas
si son malos elógialos, pues tú sabes de sobra
que nadie hace el ridículo por propia voluntad
y que ser mal poeta no implica una gran tara.
Ten algo de piedad con el idiota
y procura olvidar sus versos más infames
–esos tan celebrados en tertulias–,
ya que pierdes muy poco si le halagas.
En esta profesión nadie está exento
de ser –y tú lo sabes– un cualquiera:
a fin de cuentas somos
engolados bufones de las musas
y a una mayor pericia, mayor monstruosidad.

La esencia del tiempo

Quien pone su mano sobre el agua
cautiva de una fuente
toca el mar antiguo de los griegos.
Quien alza una copa blanca
en la noche de Córdoba
eleva el Grial santo
y el cuerpo de los dioses.
Quien se entrega al amor
revive las manos de cristal de Galatea.
Aquel que oye a Mozart
oye a Juan del Encina,
oye la flauta de cera
que refiere Teócrito,
oye el ancho murmullo del desierto
bajo la noche extensa,
y un trémulo laúd que tiene alma.
El solitario que contempla la luna
es Endymión.

Caballo muerto en la batalla

Su galope brioso.
El destino le otorgó un jinete excelso.
Cayó en campo de acantos.
Lo remató una espada compasiva.

No lamentéis su muerte, que no era inocente:
daba él hermosura a la batalla.

Qui a le coeur, il ait le corps

(Chrétien de Troyes)

Si ves, mi buen amigo, a quien deseo,
dile que el alba yerta
-indecisa de luz y oscuridad-
está a mi lado
desde una noche antigua.

Recuérdale mi vida, porque es tarde
si memoria y amor son enemigos.

Si ves a quien deseo,
dile que ya su amor está vengado:
la noche fue muy lenta, porque aún es la noche.

Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960), Trama de niebla (Poesía reunida, 1978-2002), Tusquets, Barcelona, 2002
En Poesía mundial de la A a la Z

Foto: Benítez Reyes, 2007 Carles Ribas/El País, Madrid

4 comentarios:

  1. Gracias por difundir esta poesía, Irene

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  2. Excelentes poemas! Grandiosos!

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  3. Extraordinarios. Ahora, respecto al primer poema, me pregunto, en voz alta: ¿Si los poemas son buenos, no hace falta elogiarlos?

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  4. Marcelo, a veces, el que calla otorga, Irene

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