miércoles, junio 13, 2012

Luis Enrique Belmonte / Simpático barrigón


Simpático barrigón

El barrigón simpático, morado o anaranjado,
con sus pasitos cortos
y aquella risotada tan contagiosa,
        ha llegado hasta aquí
para iniciarnos en el mundo
de los que no paran de hablar de sí mismos.

Y dice que todos están locos menos él.
Y tráiganle una gaseosa porque necesita combustible.
Y tráiganle su máquina procesadora.
Y tráiganle su aspiradora eléctrica.
        Y tráiganle también una tijera,
porque necesita cortar a otros muñecos
en tiritas bien menudas.

El barrigón simpático se mima el bigote
mientras busca un cinturón más grande
en los almacenes de ropa usada.
        Y te puya con un tornillo
si te encuentra desprevenido en la avenida,
con sus pasitos cortos
y aquella risotada tan contagiosa.

El barrigón simpático no se cansa de vociferar
en su despacho y en los ascensores,
en las ferias del libro y en las taquillas de pago,
en el salón del manicurista y en las cantinas,
en los aeropuertos o en el funeral del último poeta.

Morado o anaranjado, con sus pasitos cortos
y aquella cabezota de fieltro que lo está asfixiando,
        se agita como una coctelera
cuando no tiene suficientes aplausos.

Morado o anaranjado, sudando goterones de nicotina,
con la cornucopia alzada y aquel séquito
de admiradores que gritan: ¡que viva el barrigón simpático!
¡que viva el barrigón simpático!

Luis Enrique Belmonte (Caracas, 1971), Compañero paciente, Lugar Común Cooperativa Editorial, Caracas, 2012

Ilustración: Cadieux (detalle), 1893, Henri de Toulouse-Lautrec

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