miércoles, octubre 02, 2013

Joaquín Giannuzzi / De "Violín obligado", 4

Tres fotografías en el pasado

I

Había un movimiento azul a nuestras espaldas.
Mutaciones del agua regidas por un sol mamífero.
¡Tan racional y político sobre nuestras cabezas!
La abundante consolidación del cielo,
hace muchos años de esto,
cuando el mañana contenía su propio significado.
Es un mediodía de diciembre
paralizado en la arena con una fe
que no puedo imaginar. La época
es una permanencia en el horizonte, encerrando
un mundo definido por rostros enteros
como estos. En ninguna parte se advierten latidos
del próximo golpe de estado.

II

Ningún sufrimiento estable en la imagen.
El instante no es decisivo. Somos
una familia de comediantes instantáneos
que la muerte mira por un rápido agujero
y aplaza su tarea accidental. Hay una calle
donde la luz se aleja. Parece domingo entre los árboles.
He aquí la apariencia momentánea de la experiencia
en una tarde personal y única
a punto de perderse en la sombra universal.

III

Qué fácil parece estar vivo. Aquí
un grupo de amigos en un mundo
de leyes confusas. Pero el presente
es inviolable en el jardín. Las cosas felices
moteadas de sol en la apacible sombra.
Nuestros ojos miran lo que no sabemos: signos
de degradación,
un residuo de historia nacional
a nuestros pies oscuros, bajo la mesa
donde hemos bebido. Muy pronto
nada de esto tendrá explicación. Una especie
de desolación se insinúa
en torno a la cabeza de alguien que está allí
reclamado por el agua negra
que invade la escena desde el fondo:
una cabeza de desaparecido.

Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924-Salta, 2004), Violín obligado, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1984

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