jueves, septiembre 25, 2014

Rómulo Bustos / Dos poemas









El carroñero

El carroñero hace bien su tarea:
mondar el hueso, purificarlo de la pútrida
                                                                         excrecencia
En algún lugar de la vida, algo
hace exactamente lo contrario: cubre el hueso
empuja la oscura floración de la carne
A su extraño modo
el carroñero también trabaja en la resurrección
                                                                        de los muertos

 

Cotidiana 

La hermana pasa lentamente la escoba sobre el pequeño tumulto
de las hormigas
y no cesa de asombrarse de lo rápidas que acudieron
al saltamontes inesperadamente caído del techo
—Parece que supieran —dice

Cuánta minúscula y moviente voracidad sobre el cuerpo muerto
Cuánto vértigo de pinzas trincando, desgarrando, cargando
victoriosamente el animalejo

—Algo las llama —insiste sabiamente la hermana

Yo nada digo
Yo aparto los pies y dejo barrer
mientras miro la desorientación de las hormigas
que ahora no parecen saber tanto

Rómulo Bustos (Santa Catalina de Alejandría, Colombia, 1954), Sacrificiales, Veintisiete Letras, Madrid, 2007
Envío de Jorge Fondebrider

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