viernes, noviembre 06, 2015

Jacques Vaché / Dos amantes paseaban por la clara alameda




La inmensa ciudad se duerme y la Noche cae.
Con el cuello erguido y el ojo glauco, camina sobre la
punta de los pies y se acerca a grandes pasos.
Primero, un gran silencio se hace a su alrededor;
luego su pueblo ulula y se pone a hormiguear. Y
se oye a intervalos el cavar de las patas
zarposas, el golpeteo de alas pesadas en
la oscuridad, gruesos monstruos cuyo vientre
escamado rasca la tierra; agudos crujidos de
bestias que son degolladas; lenguas jadeantes que
lamen un chorreante líquido. Y la luna, dulce e
inmóvil, baña ese horror del que a veces emerge
un suspiro. Pero las inmundas bestias, los pájaros
de ojos siniestros, los animales de presa de
chasqueantes mandíbulas, los gatos eróticos
y repugnantes que dan saltos en ese fermento vital,
cesan de aparearse y morder. Los dueños de
la Noche, dos amantes, pasan por la clara avenida
del parque, sin decir nada. Y los innumerables ojos
de los monstruos agazapados miran fijamente
el amor errante…
La sombra palidece.
En los ojos del gato, la noche se retira paso a paso…

Jacques Vaché (Lorient, Francia, 1895-Nantes, Francia, 1919), Parad la guerra o me pego un tiro, El Nadir Ediciones, Valencia, 2014
Traducción de René Parra
Envío de Jonio González

Foto: Jacques Vaché en 1915 Wikimedia Commons

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