domingo, febrero 14, 2016

Mark Weiss / Traducido















En el exilio, ¿te cuentan cosas
horribles sobre tu tierra y
te retorcés las manos? ¿le das
la espalda y empezás, como quien dice, una
nueva vida?

.

Como si el lenguaje-del-cuerpo tuviera acentos,
que los tiene, el extranjero fácilmente identificable
del otro lado del campo.


Pero aquí, mirando a la camarera irlandesa que espera el trago,
el brazo flexionado de tal modo que el antebrazo se apoya en el esternón,
curvada la muñeca, los dedos
jugueteando con un collar.
Uno pensaría que duele, pero la pose
tiene años de práctica detrás,
la línea que va del gesto a la danza,
de representación a enunciación.

Hablaba los gestos
de su tierra nativa.

Y aquella lo hacía después de tres generaciones.

.

De pronto me encuentro imaginando
a mis amigos descuartizados, des-
membrados, pesadillas del
noticiero de la noche,

e imagino las últimas palabras,
a Carlos anotándolas
porque yo estoy más allá de la escritura. "Siempre fui un
arlequín", digo,
demasiado absorto para encontrar la palabra justa.

Qué clase de legado sería ese,
con la suerte que he tenido:
todos los sonidos del mundo para elegir.

.

Siempre desconcertado por la exclusión de la pasión de la vida cotidiana.
Imposible imaginar cómo estallaría el instinto
a través de tales vidas, cubrirse,
una forma de negarse.

.

Incluso ahora tus labios recuerdan
cuando eran capullos.
Y yo recuerdo cuando decía
"Tus labios son capullos".

.

La cultura y su malestar.
Es cuestión de grado, no es cierto.
El tema es la complicidad, no es cierto.

.

Dos chicos en un porche oscuro
novian y fuman y tosen
enfrente, esperando que la noche y sus
brisas dispersen
toda prueba.

.

Poner nombre a un lugar por las primeras palabras oídas allí. Entonces
lo que llamo “granada” lo llamás
“rubicunda”, o “fue”, y el noviazgo deviene
intercambio de nombres.
Embelesado, qué encantador que lo que llamás
"cartapacio" yo llame
"peso", aunque ambos
nademos allí. Al traducir deseo,
echo mano a "porra", ese monte que
te encanta que toque, el izquierdo, y su compañero,
"compasión".

.

Cada palabra una suerte de conquista.


Mark Weiss (Nueva York, Estados Unidos, 1943)
Versión de Judith Filc
Foto y otros poemas en Jacket 2


TRANSLATED

In exile do you hear
horrible stories from the homeland and
wring your hands? do you
turn your back and begin to make as they say
a new life?

.

As if body-language had accents,
which it does, the stranger easy to spot
across the field.

But here, watching the Irish barmaid wait for the drink, her arm
folded so that forearm rests against sternum, wrist
curled, her fingers
toying with a necklace.
One would have thought it painful, but the stance
has years of practice behind it,
the line from gesture to dance,
depiction to enunciation.

She spoke the gestures
of her native land.

And that other one did so after three generations.

.

I suddenly find myself imagining
my friends torn, dis-
membered, nightmares
from the evening news,

and imagine last words,
Carlos taking them down
because I'm beyond writing. “I have always been
a harlequin,” I say,
too distracted to find the right phrase.

What kind of legacy would that be,
lucky as I've been,
all the sounds of the world to choose from.

.

Always puzzled by the separation of passion from the everyday.
Impossible to imagine the way instinct could erupt
through such lives, clothing itself
a form of refusal.

.

Even now your lips remember
when they were blossoms.
And I remember when I would say
“Your lips are blossoms.”

.

Civilization and its discontents.
It's a matter of degree isn't it.
Complicity's the point isn't it.

.

Two kids on a dark porch
court and smoke and cough
across the street, expecting the night
and its breezes to disperse
whatever evidence.

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