viernes, abril 14, 2017

Guillermo Eduardo Pilía / Rimbaud en Java















La piel de los javaneses es suave y sin vello y hay algo escultórico en la forma en que se inclinan para encender sus pipas de opio.
En otra vida me hubiese gustado pertenecer a esa nobleza vernácula y dormir un sueño de amapolas bajo un dosel de gasa, en las noches impregnadas de humedad vegetal y de mosquitos.
Sí, aun los príncipes de tez dorada y perfumados cabellos languidecen en estas islas selváticas, igual que en la Europa de los viejos pontones.
Sucios fumaderos de opio donde no hay rangos ni prosapia: me recuerdan los sórdidos cafés parisinos, con su atmósfera sudorosa y grasienta y el vaho del ajenjo que una mano borracha derramó.
Como esta mujer que sirve las pipas encendidas a quien paga por narcotizarse, así también yo he dejado allá a lo lejos, pero para quien quiera tomarlo de balde, un veneno perdido.
Muchos lo beberán en madrugadas remotas, cuando yo ya me haya olvidado por completo del que antes fui, como quien se olvida con la aurora de los rostros monstruosos de un mal sueño.
La piel de los javaneses es suave y sin vello. Los hombres, en las aldeas, ofrecen los amores de los efebos para preservar la virginidad de sus mujeres.
¿Qué hora será en París? ¿Habrá niebla, lluvia, acaso viento? ¿Qué joven colegial incubará sin saberlo el amor malsano por una nueva poesía, como aquí este nuevo amor, este deseo con el que los antiguos emponzoñaron gozosamente su sangre?

(inédito, 2013)

Guillermo Eduardo Pilía (La Plata, Argentina, 1958), Buenos Aires Poetry, abril 2017


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