jueves, septiembre 28, 2017

Daniel Durand / La espantosa bartola





















[Fragmento]

Lo aprendido no es para usar, no es mostrable
   la riqueza obtenida,
todo tendrá que volver a suceder;
de la misma manera que nos horrorizamos y tememos,
cualquier delicia nos conduce al mismo punto que todas
las torpezas, pero hay diferencias,
hay variaciones, eso es lo que quiero decir,
que no todo es igual, pero es inexplicable a la letra,
este vocabulario no puede demostrar su diversión:
la selva clara externa a las escrituras.
Contrario al mecanismo de las perfecciones,
he visto cómo lustra la casa una esposa,
cómo se afana en el brillo de los tenedores cada mediodía,
visible su inexperiencia en la pericia
para pulir las superficies metálicas de su pertenencia,
he estado satisfecho,
y he decidido imitarla oscureciendo
todo lo que brilla: animales que me reúnen en la mesa
para hablar de todo lo que pasa.

Hemos de mirar largamente lo mismo de siempre:
la escarcha de la noche ha cubierto la superficie de los autos,
brilla Morón, la complejidad de un barrio de indecentes
y castillos, hundidos en el polvo que se volverá barro
cuando la escarcha despierte y fluya hacia sus mixturas,
su actividad, movimiento en la luz de la mañana;
ahora pienso en aquel castillo,
lo teníamos adentro de la manga y ganamos
una batalla que teníamos perdida para siempre.
Pero lo que es realmente
indecoroso y nos causa tanto dolor y desconfianza
es que estos sucesos siempre son impensados,
ocurren por cuenta propia y nuestros esfuerzos
son nulos, no hemos participado en los aconteceres,
hemos sido observados por otros
y con el tiempo seremos señalados por la precisión
en el desencanto, por el itinerario fijo hacia nuestro liso antojo,
decidido un día porque sí, sin intervención
   de los convencimientos.

Daniel Durand (Concordia, Argentina, 1964), Cabeza de buey, Lomo, Argentina, 2017

Otra Iglesia Es Imposible - Lomo - El Desaguadero

Foto: LinkedIn

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